RACISMO EN EL COMERCIO SEXUAL EN FINLANDIA
Por Laura Keeler y Marjut Jyrkinen
Los hombres en Finlandia, como los de otros países occidentales, pueden ser consumidores de encuentros sensuales “exóticos” tanto en casa como en el extranjero. Mientras que Finlandia tiene una población inmigrante muy pequeña y tiene controles inmigratorios muy fuertes, se sabe que se trafica con mujeres en Finlandia, principalmente de Rusia y de los países bálticos para que ejerzan la prostitución y otras formas de comercio sexual.
Mientras que existe mucha literatura sobre el racismo y cada vez existe más sobre el comercio sexual, existe muy poco sobre la situación en Finlandia que se concentre en el papel que el racismo desempeña en la industria del sexo. En contraste, otras formas de opresión en el comercio sexual, como el sexismo y el clasismo, son temas que frecuentemente son analizados. Seguramente existen muchas razones por las que el racismo recibe menos atención en este contexto, una de las cuales puede ser que sea difícil discernir el papel que desempeña conjuntamente con otros tipos de discriminación y explotación.
El propósito de este artículo es echar un vistazo al racismo en el comercio sexual en Finlandia. Primero miraremos brevemente las teorías del papel del racismo en la pornografía y en el turismo sexual en el Caribe como ejemplos. Luego daremos ejemplos de nuestra investigación en los medios de prensa finlandeses, demostrando cómo las mujeres de diferentes nacionalidades o grupos étnicos que son prostituidas son presentadas a los posibles clientes, y cómo las mujeres en otros países son presentadas a los posibles turistas del sexo finlandeses.
Lecciones de la pornografía
El análisis feminista y otras investigaciones sobre el racismo en la pornografía nos pueden revelar el papel del racismo en la industria del sexo al descubrir estereotipos sexuales racializados. La pornografía esterotipa sexualmente a las mujeres de color como si fueran sinónimo de carnalidad, un deseo y una lujuria incontrolable, y una bestialidad, y consistentemente muestra a los hombres de color como seres agresivos y machos “super-sexuales” con penes increíblemente grandes (Dworkin, 1979; Forna, 1992; Dines, 1998; Cowen & Campbell, 1994; Mayall & Rushell, 1993; Nelson, 1993). La idea de que las personas de color son más animales está generalizada. Mientras que la mayoría de los estudios se centran en los estereotipos sexuales de la gente de color, Dworkin (1979) ha estudiado cómo se describen a las mujeres y hombres mejicanos en la pornografía: “señoritas de sangre caliente”, y “hombres poderosos que poseen una sexualidad brutal e insensible”. Mayall y Russell por su parte comentan cómo se representan a las mujeres asiáticas, como “dulces y jóvenes flores de loto o objetos de bondage y esclavitud”.
Dworkin mantiene que todo grupo racial que es despreciado ha sido etiquetado como si tuviera una sexualidad animal o bestial – este es el meollo de la ideología racista. Mientras se supone que todas las mujeres comparten la naturaleza sexual de un ser insaciable y sumiso cuya sexualidad se satisface mediante la degradación violenta y dolorosa, las mujeres de color poseen además otros atributos impuestos como consecuencia de su color. El efecto específico del racismo en la pornografía en los Estados Unidos es que el color de la piel de la mujer negra se convierte en su principal atributo sexual. En otras palabras, la piel negra se considera como un órgano sexual y una naturaleza sexual. La postura de Forna es que la pornografía se nutre de y recrea los estereotipos racistas, despectivos y sexualizados de la gente de color, haciendo que penetren en los subconscientes de los consumidores. Parte del aparato de la opresión, “El racismo como el sexismo es sexualizado en la pornografía” (1992).
Mayal y Rushell (1993) notaron que el color de la piel es muy prominente en los materiales que se exhiben en las tiendas de pornografía, y que los títulos pornográficos usualmente indican cuando se trata de personas de color. La gente de color son una “especialidad” en la pornografía, al igual que en las violaciones, el sadomasoquismo y la bestialidad.
Racismo en el turismo sexual en el Caribe
Dos trabajos que estudian el racismo en el comercio sexual son los de Julia O’Connell Davison y otro de Beverly Mullings (2000). A través de su investigación sobre el turismo sexual en Cuba, O’Connell llegó a la conclusión que las demandas por tener acceso sexual a las mujeres de la isla, son generadas y formadas por ideologías “racializadas”. El turismo sexual es a menudo una forma de satisfacer preferencias sexuales muy particulares, entre las que se encuentran las fantasías sexuales raciales. Mullings por su parte descubrió que los mercados sexuales en el Caribe están divididos según cada fantasía sexual racial.
La ideología racial también permite que el cliente se imagine a las mujeres en la prostitución como “Otras” y las sitúe fuera de las convenciones que protegen a “sus propias” mujeres o a las “buenas”. Para los turistas del sexo en el Caribe, las mujeres locales personifican la isla misteriosa y natural que está disponible para ser explorada y conquistada. (O’Connell Davison & Sánchez Taylor, 1998, citado en Mullings, 2000). A menudo imaginan a las mujeres occidentales blancas como frías, controladoras y reacias a los papeles patriarcales tradicionales, comparadas con las cálidas mujeres caribeñas que se muestran deseosas de complacer y que no están contaminadas por el ideal de la igualdad de género.
O’Connell Davison afirma que los turistas del sexo blancos se pueden sentir tranquilos por una forma de racismo nativo que corresponde a las variedades occidentales, y por los estereotipos racistas locales (como la “hipersexualidad” atribuida a los negros), a menudo también ratificados por los cubanos de color. El racismo en Cuba asegura que haya más mujeres de color que blancas en la prostitución y que el turista del sexo pueda acceder fácilmente a las “Otras según su raza” sin la desaprobación de una sociedad racista y sin tener que cuestionarse seriamente su propio racismo.
El racismo en los anuncios del comercio sexual en Finlandia
Mari-Elina Laukkanen ha investigado los anuncios en la prensa diaria finlandesa como un foro para el comercio sexual (2000). En su muestra de anuncios de la prostitución, agencias de acompañantes, sex shops y barras, publicaciones pornográficas, y líneas eróticas, encontró alusiones a la procedencia étnica de las mujeres, especialmente en cuanto a las mujeres de Rusia, la región báltica, o del lejano Este Asiático. Los nombres tradicionales como “Tatiana”, y “Nadia de San Petersburgo”, eran empleados como indicadores de nacionalidad, con más frecuencia para las mujeres de Rusia y del Báltico que para otras mujeres, quizás estimulando una imagen de que todas las mujeres de esta zona están en la prostitución. Por otra parte, lo “finlandés” también era una estrategia de márketing (Laukkanen, 2000).
La representación de las mujeres en la prostitución en un periódico finlandés
Examinamos los anuncios en uno de los periódicos principales con tirada nacional, el Helsingin Sanomat, uno a partir de Mayo del 2001 y otro de enero del 2002, para buscar referencias de la nacionalidad o raza del “producto”. Incluimos sólo aquellos anuncios que claramente especificaban esta característica.
La muestra de 2001 incluía un total de 754 anuncios, aproximadamente 100 anuncios por día. Había 132 anuncios que indicaban la nacionalidad (17% de todos los anuncios en la muestra). La mayoría se referían a tailandesas, seguido por aquellos que contenían referencias a personas de origen finlandés. Encontramos 11 referencias a otras nacionalidades.
En la muestra de 2002, el periódico Helsingin Sanomat publicó 723 anuncios de prostitución. De éstos, 90 aludían a la nacionalidad o raza de la persona (13% de la muestra). Al igual que la primera muestra, la mayoría aludía a tailandesas, seguido por referencias a finlandesas o al estatus “doméstico” o “nativo” de la persona. Había 13 referencias a personas de otras nacionalidades. La mayoría de los anuncios empleaban descripciones tales como “hermosa”, “caliente”, “sexy”, o hacían referencias al color del cabello, pero había pocos anuncios que se refirieran a las mujeres tailandesas como “exóticas”. Los pocos anuncios para “masajistas” varones a menudo indicaban la nacionalidad.
La representación de las mujeres en el extranjero para los turistas del sexo
Seleccionamos al azar cuatro revistas finlandesas. La primera revista tenía un artículo sobre los tours sexuales a Riga, Latvia. Contenía muchos consejos prácticos para el turista, precios de hoteles y sitios donde eran fácil encontrar prostitutas (baratas) drogodependientes. La insaciabilidad de las mujeres bálticas se describía como “una clase única en su género”, y de las mujeres de Latvia se decía que eran “generosas según la tradición del Este de Europa y que no eran demasiado tacañas con sus bienes” (Jallu, 2002).
La segunda revista contenía un artículo sobre el turismo sexual en Gran Canarias. Este artículo ofrecía información detallada del tipo de mujeres disponibles y publicitaba la “naturaleza internacional” de las mujeres en la prostitución, señalando su países de origen tales como Colombia, Venezuela y Brasil (Napakymppi, 2001). La tercera revista sugería un crucero titulado “Teta y coño”, que salía de Bristol, Gran Bretaña (Kalu, 2002). No incluía detalles de las mujeres más que las fotos en que todas las mujeres eran blancas.
La cuarta revista presentaba a Borneo como un paraíso sexual. El autor daba detalles de cómo mantener relaciones sexuales sin protección con las prostitutas locales (Kalle, 2002). Este artículo tenía once páginas con muchas fotos de mujeres desnudas con rasgos asiáticos, quienes eran descritas como “Perlas del Lejano Oriente”.
El prejuicio evidente en los anuncios finlandeses
Los anuncios en el Helsingin Sanomat indican la raza y/o la nacionalidad de las mujeres en la prostitución. Los extranjeros son sólo un 2% de la población en Finlandia, mientras que un 11% de los anuncios hacían referencia a la nacionalidad o raza (no-finlandés, no-blanca). Las referencias a las personas tailandesas eran particularmente numerosas, mientras que los tailandeses componen sólo el 1% de los residentes extranjeros.
Además, queda claro que para algunos clientes del sexo es importante tener una “prostituta doméstica”. Esto también se puede deducir por lo que los anuncios no mencionan. No encontramos referencias que promovieran a las mujeres rusas o de Estonia, aunque el tráfico de las mujeres de esta zona es un problema reconocido en Finlandia, y la población de rusos y de Estonia representan un 34% de la población de extranjeros residentes en Finlandia. El énfasis en lo “finlandés” y la invisibilidad de aquellas personas de origen ruso o báltico puede indicar un prejuicio más reciente en contra de los rusos, o la suposición de que la mayor parte de la prostitución en Finlandia procede de Rusia o los Estados Bálticos, así que cualquier excepción es señalada con el propósito de vender. También es posible que los hombres finlandeses se hayan vuelto recelosos a la hora de comprar mujeres que puedan estar trabajando para los sindicatos del crimen ruso.
También han existido algunas campañas de salud y publicidad en los medios en cuanto a los riesgos de salud que se corren al comprar sexo en las regiones vecinas a Finlandia. Sospechamos que puede haber una idea general entre los consumidores finlandeses de que las mujeres de estas zonas no están “limpias”. El contraste entre el lugar destacado que tienen lo “finlandés” y lo doméstico de nuestra muestra nos hace pensar en el tema del racismo en el contexto del nacionalismo. A menudo el “producto hecho en casa” se entiende como algo de mejor calidad que aquello que se importa del extranjero – incluso cuando se refiere a “productos” como las mujeres en la prostitución.
Como lo indican algunos de estos anuncios, es probable que las mujeres tailandesas sean consideradas como algo “exótico” y por lo tanto deseable. Tal imagen de las mujeres asiáticas era muy evidente en el artículo sobre Borneo. Los artículos sobre viajes en general representan a las mujeres extranjeras como serviciales, insaciables, y una ganga para cualquiera que desee comprar sexo.
Es evidente que existe una gran necesidad de investigar más en la representación de la nacionalidad y etnicidad de las mujeres que se publicita para los clientes del sexo finlandeses. El próximo paso será estudiar los materiales de promoción, ya sea impresos o virtuales, que crean aquellos que venden sexo, y debemos aplicar un análisis feminista a los estereotipos sexuales racializados que se reflejan y se crean a través de ellos.
Laura Keeler (M.A.) es editora del Centro Nacional de Investigación y Desarrollo para el Bienestar y la Salud en Helsinki, Finlandia.
Marjut Jyrkinen (M.A. Ciencias Políticas) es asesora en el Programa para la Prevención de la Prostitución y Violencia en contra de las Mujeres, Helsinki, Finlandia.
Traducido por Silvia Cuevas-Morales
Publicado en Poder y Libertad, Nº 34 Monográfico sobre prostitución.
Fuente original: Racism in the sex trade in Finland. Norwegian and Nordic Gender Equality & Gender Research (NIKK) Magasin #1, 2002: Bodies across borders – prostitution and trafficking in women / Trine Lynggard (ed).
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