Aunque este artículo ya ha circulado por internet hoy lo reproduzco y celebro que en Argentina hayan tomado cartas en el asunto. Ojalá todos los gobiernos, que supuestamente están en contra de la violencia hacia las mujeres, tomen nota y legislen para prohibir la venta de mujeres en los medios de comunicación. Ya es hora de que tanto los gobiernos como los periodistas sean consecuentes y dejen de colaborar con el proxenetismo.
La doble moral del proxenetismo impreso *
* Artículo actualizado en julio y publicado originalmente en la revista Maginaria, editada por la Delegación de la Mujer del Ayuntamiento de Sevilla, Nº 9, Enero de 2011.
La doble moral del proxenetismo impreso *
Silvia Cuevas-Morales
“Paraguayita ardiente”, “Madre. Hija demostrable, nos da morbo compartir la cama contigo, disfruta con nosotras”, “Rubia sensual y provocativa”, “Cubanita súper caliente”, “Rubia salvaje muy complaciente”, “Chicas Hong-Kong: 18 años, griego”. Éstos son algunos de los títulos de los anuncios, llamados equívocamente como “clasificados relax” o “contactos”, que cada día infestan las páginas de algunos periódicos de tirada nacional. Cualquier persona que defienda el derecho a la dignidad de las mujeres, puede sentirse irritada al leer estas descripciones de mujeres reales que son calificadas como si fueran trozos de carne para el consumo masculino. Es evidente que mientras se permita menoscabar la dignidad de las mujeres, anunciándolas con palabras vejatorias y sexistas, además de racistas, jamás conseguiremos que una parte de la población respete y vea como igual a la otra parte.
Hace tiempo que las feministas venimos denunciando la doble moral de muchos periódicos, que por un lado relatan los abusos de las redes de trata y del proxenetismo, y por otro lado ganan cantidades astronómicas por las páginas que ofrecen para publicitar el mismo abuso que denuncian. ¿Dónde está la ética de estos periódicos? ¿Y qué piensa hacer el gobierno para regular esta práctica?
Hace un par de años el tema saltó a la arena política, y en mayo de 2010, la Ministra de Igualdad, Bibiana Aído, por fin abordó el tema en el Congreso de los Diputados. Según sus declaraciones se estaban estudiando “distintas fórmulas” para eliminar los anuncios de prostitución en la prensa porque “mientras sigan existiendo anuncios de contactos en la prensa seria, se estará contribuyendo a la normalización de la explotación sexual" (El Mundo, 16 de mayo de 2010). Su declaración siguió a la denuncia del diputado de Unión del Pueblo Navarro, Carlos Salvador, quien declaró acertadamente que “esta publicidad tan hipócrita perpetúa estereotipos de instrumentalización”, que “pueden degenerar en situaciones de violencia de género y en otros ataques a la dignidad de la persona”. En el mes de junio de ese mismo año, el pleno del Ayuntamiento de Madrid se pronunció a favor de la eliminación de estos anuncios porque contribuyen a la explotación sexual. La propuesta, presentada por el grupo socialista, fue respaldada por el Partido Popular, pero Izquierda Unida optó por la abstención. Su portavoz, la concejala Milagros Hernández, justificó la abstención de IU alegando: “Dejémonos de moralinas y diferenciemos la trata de la prostitución” y añadió que estos anuncios los ponen “las trabajadoras sexuales que no quieren buscar en la calle” (Público, 30 de junio de 2010, Pág. 26).
Aunque una minoría de personas defienda tales anuncios es evidente que el 90% de las mujeres extranjeras que son obligadas a prostituirse en España, no disponen de los medios económicos para anunciarse en las páginas de los periódicos. Es más, ni siquiera tienen el lujo de tener un teléfono móvil propio para que los “clientes” las contacten ya que las mantienen controladas y aisladas. Quienes sí disponen de ese dinero son los proxenetas y todas aquellas organizaciones mafiosas que se lucran a expensas de los cuerpos de las mujeres que trabajan para ellos. No son las mujeres quienes ponen estos anuncios cómo ya ha quedado demostrado en varias operaciones policiales.
En el mes de julio del año pasado se desarticuló una red de proxenetas que explotaba a mujeres de origen chino. Para captar “clientes”, publicitaban a “sus chicas” en las páginas de contactos de varios periódicos nacionales. Tras investigar los anuncios, la policía se percató que eran los mismos anunciantes que variaban los textos que publicaban, pero que básicamente ofrecían los mismos servicios a cargo de mujeres asiáticas. Además, en todos aparecía el mismo número de móvil. Tras la desarticulación de la red, descubrieron a treinta jóvenes que estaban en situación irregular, y que eran obligadas a prostituirse (Público, 2 de julio de 2010, Págs. 24-25). En el mismo mes se desarticuló otra red mafiosa que contrataba el 50% de los anuncios de contacto en El País, El Mundo y el ABC, y que explotaba sexualmente a más de 350 mujeres, repartidas en unos quince locales de “alto standing” de Madrid. La red ingresaba unos 700.000 euros mensuales, de los que invertían 45.000 euros en anuncios en cada periódico (Público, 24 de julio de 2010, Págs. 26-27). ¿Acaso no debería existir algún tipo de control sobre quién paga estos anuncios? De momento el único control es el editorial, que supuestamente prohíbe palabras “malsonantes” y que no permite anuncios que ofrecen servicios de menores de edad. ¿Quién decide lo que es una palabra “malsonante”? Desde luego que para muchas feministas palabras como “Paraguayita ardiente” o “Rubia salvaje muy complaciente” son palabras denigrantes que nos reducen a meros objetos sexuales. Tal vez los empleados de esta sección deberían recibir clases en igualdad de género para aprender qué palabras son malsonantes o no.
Algunas voces hablan de que deben ser los propios medios quienes deben posicionarse en cuanto al tema, como bien ha dado ejemplo el Público desde sus inicios. Desde el lanzamiento de este periódico en el año 2007, muchas feministas abandonamos la lectura del periódico habitual y optamos por el Público porque era el único que no publicaba anuncios de prostitución, además de 20 Minutos y Avui, que tampoco incluyen este tipo de anuncios. En el mes de noviembre del 2009, La Razón siguió su ejemplo tras firmar un acuerdo con la prensa del Vaticano, El Observatorio Romano. No sabemos si dejaron de publicitar contactos sexuales por estar en contra de la degradación de la mujer o por presión de la iglesia... Pero los demás periódicos siguen publicando anuncios de contactos sexuales porque se niegan a renunciar al ingreso que éstos les proporcionan.
De acuerdo a varias fuentes, los periódicos ingresan unos 40 millones de euros cada año gracias a sus anuncios “relax” o de “contactos”. El País y El Mundo son los periódicos que más ingresos obtienen del negocio sexual y cada día reservan entre tres y cuatro páginas a este cometido. Ambos periódicos publican entre 700 y 670 anuncios diarios, que se multiplican durante los fines de semana. Es una vergüenza que un periódico supuestamente progresista sea el líder de esta práctica que le reporta alrededor de 5 millones de euros anuales. Aunque muchas personas se han quejado a El País, y hay constancia de que se ha mantenido un debate interno, este periódico aún continúa publicando degradantes anuncios de “contacto”. El director del El Mundo sin embargo, defiende esta práctica ya que pone en duda que las mafias se escondan detrás de los anuncios que su periódico publica, y en unas declaraciones en el mes de mayo añadió: “nosotros no somos la Dirección General de la Policía. Si se investiga y se demuestra que hay tramas, éstas desaparecerán y también sus anuncios” (La Razón, 9 de mayo de 2010).
¿Hasta cuándo seguirán estos periódicos apoyando y participando del proxenetismo de forma tan evidente? ¿Cómo pueden seguir denunciando casos de extorsión, explotación y vejación, cuando en las páginas siguientes dan cabida para que se siga perpetuando esta misma explotación? ¿Cuál es el papel de los periódicos y sus periodistas y directores? El sector debería pensar seriamente en su ética como medio de información, aunque deba renunciar a unos golosos ingresos, debería intentar demostrar un grado de profesionalidad en el que prime la información como un bien público y no el periodismo mercantilizado. Además, continuamente están ofreciendo un doble mensaje. Por un lado, las redes de proxenetas que abusan de mujeres deberían ser castigadas, pero por otro, incitan al consumo ilícito de mujeres. ¿Por qué no publicitan la venta de CDs o DVs piratas, o de bolsos falsificados? La respuesta es evidente – porque son ilegales y no se puede publicitar la venta de algo ilegal. ¿Por qué entonces dan cabida a los anunciantes que quieren vender seres humanos, y que en la mayoría de los casos son mujeres inmigrantes en situación irregular? La respuesta es que se trata de mujeres, muchas son extranjeras sin derechos legales, y que el dinero, en esta sociedad capitalista, goza de mucho más prestigio que la dignidad femenina. ¿A quién le importa de dónde procede el dinero para pagar esos anuncios? Desde luego que a los directores de los periódicos que siguen lucrándose a través de sus anuncios de prostitución, la dignidad humana no les importa nada.
España ha logrado grandes avances en muchas áreas, y ya no puede seguir siendo el único país de la Unión Europea que todavía permite este tipo de clasificados en sus periódicos más importantes. Aunque el gobierno se planteó eliminarlos durante su presidencia de la Unión Europea, fracasó en el intento. En casi toda Europa, al igual que en Estados Unidos, este tipo de publicidad suele encontrarse en periódicos minoritarios y sensacionalistas, y en tabloides de poca calidad. Ningún periódico serio de tirada nacional que desee alcanzar un grado de respetabilidad y de profesionalidad periodística puede prestar sus servicios a las redes de proxenetas. En Inglaterra, sólo un periódico de tirada nacional, el Daily Star, presta sus páginas para denigrar a las mujeres. En Francia ni Le Figaro ni Liberation, publican anuncios de índole sexual. Incluso en Italia, hace años suprimieron este tipo de publicidad salvo Il Corriere della Sera, que publica este tipo de anuncios pero no tan explícitamente como algunos de los que podemos leer en España.
Ya es hora de que quienes se presentan en todo el mundo como profesionales del periodismo abandonen su complicidad con las redes de prostitución y dejen de ingresar dinero sucio. Se trata de una cuestión de ética profesional y de lanzar un mensaje alto y claro a la sociedad – las mujeres no están a la venta. Ya va calando la idea de que la trata de mujeres es ilegal, y por lo tanto, los periódicos no pueden publicar anuncios de una práctica ilegal, porque estarían incumpliendo la ley. Ahora dependerá de los gobiernos que sancionen a aquellos periódicos que han prestado sus páginas para contribuir a un negocio ilícito. No estaría nada mal que los gobiernos también sancionarán a los medios que insisten en vulnerar las leyes existentes como la Ley General de Publicidad (Ley 34/1988, artículo 3.a), que dicta que es ilegal cualquier anuncio que “atente contra la dignidad de la persona” o que “presenten a las mujeres de forma vejatoria”. ¿Acaso anuncios como “cubanita caliente”, no resultan vejatorios? ¿Y qué pasa con la Ley de Violencia de Género y la Ley de Igualdad? Ambas leyes reconocen que las mujeres y los hombres son iguales en dignidad humana, ¿acaso estos anuncios no atentan contra la dignidad de las mujeres?
Como bien reconoce la Naciones Unidas, la prostitución en la actualidad es una forma de esclavitud y la esclavitud ha sido abolida en todo el mundo. Es también una forma de violencia hacia las mujeres, y mientras sigan existiendo redes mafiosas que se lucran de la venta de seres humanos y mientras los periódicos les ofrezcan sus páginas para publicitar sus actos delictivos, las mujeres seguiremos siendo percibidas como potenciales víctimas de este negocio. Tal vez es hora de presionar a estos periódicos, dejar de comprarlos y apoyar activamente la campaña lanzada por la Asociación de Mujeres Periodistas de Cataluña, “No compres periódicos con anuncios de prostitución”. Ya es hora de que los periódicos que se jactan de ejercer una periodismo de calidad, dejen de exhibir su doble moral y renuncien al proxenetismo impreso.
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