No cabe duda de que gracias al feminismo hemos avanzado mucho en nuestra lucha por alcanzar la igualdad, pero está claro que aún queda un largo camino por recorrer. Es significativo que hoy pueda incluir aquí un artículo sobre la pornografía y el maltrato de las mujeres, artículo publicado hace ya veintiún años, y que aún siga siendo de escalofriante actualidad. Me refiero a un artículo escrito por la profesora, historiadora y activista feminista de la Universidad de la Ciudad de Nueva York (CUNY), Frances Patai, autora del libro Pornography: Manual for Misogyny.
Este artículo fue editado en 1990, en la revista feminista española, Poder y Libertad (más información sobre la revista al final de la entrada).
FRANCES PATAI
(Fotografía de Vivian Harvey - Archivo Vindicación Feminista)
PORNOGRAFÍA Y MALTRATO FEMENINO: SEMEJANZAS DINÁMICAS
Frances Patai
¿Cómo es posible que la pornografía y el maltrato a la mujer compartan una dinámica semejante y por qué esto último es consecuencia de lo anterior? ¿Cómo es posible que ambos sean reflejo de los principios, instituciones y valores de una sociedad patriarcal? (1).
"Pornografía", de acuerdo con el objetivo del presente trabajo, no debe confundirse con "erotismo" que se refiere al placer sexual mutuo entre iguales. Por tanto, pornografía es la descripción escrita o pictórica de mujeres como objeto de explotación, abuso sexual y represión. La pornografía no es en absoluto una diversión inocua, sino una industria que produce una ganancia de más de seis mil millones por año, mediante la utilización sistemática de la violencia erótica contra la mujer a través de la producción y venta de imágenes del hombre humillando, golpeando o asesinando a mujeres por placer.
Los mitos y mensajes de la pornografía son:
1. el dolor es atractivo;
2. las mujeres son colaboradoras voluntarias pasivas en su propia victimización;
3. las mujeres no pueden y no deben ser personas independientes ni autosuficientes;
4. pertenece al hombre la capacidad de definir la sexualidad y la conducta de la mujer;
5. los hombres tienen derecho a un constante e incondicional acceso al cuerpo femenino;
Mitos y mensajes similares son los que apoyan el hecho del maltrato a la mujer como una conducta aceptable:
1. la mujer maltratada desea serlo: es un signo de amor;
2. la mujer maltratada es una masoquista que siente que debe ser victimizada;
3. la mujer maltratada es un ser pasivo, sumiso y absolutamente dependiente de su abusivo compañero;
4. las esposas, en tanto propiedad del marido, deben ser dominadas por éstos;
5. el matrimonio da derecho al marido a maltratar a su esposa.
SEXO COMO ARMA PARA DOMINAR A LA MUJER
La palabra pornografía proviene del griego "pornographos", de "porne", que significa prostituta o mujer cautiva, y de "graphos", escribir; por tanto, se trata de escritos acerca de las prostitutas. La pornografía se refiere a los desequilibrios del poder que utiliza el sexo como un arma para dominar a la mujer. En la pornografía el tema se dirime entre el atacante versus la víctima.
Las estadísticas del FBI demuestran que la violencia sobre la mujer es uno de los delitos más frecuentes en toda la nación -se produce una agresión cada 18 segundos-. Los sociólogos estiman que al menos dos millones de esposas americanas son golpeadas anualmente por sus esposos (2). La Organización de Padres informa que una de cada cuatro niñas en los Estados Unidos sufre abuso sexual. Y los datos del Departamento de Justicia indican que se produce una violación cada tres minutos. Se calcula que más de un millón de niños menores de 16 años son utilizados anualmente en la industria del comercio sexual.
En los siguientes ejemplos de pornografía puede verse la conexión que existe entre la ideología de la pornografía y la aceptación del maltrato a la mujer.
1. La película de Linda Wertmuller "Swept Away", muestra cómo una mujer independiente, sistemáticamente vejada física y psíquicamente, es reducida a la pasividad, a ser una esclava sexual que pide más vejación y ama a su torturador. Esta película fue considerada como una comedia amena por el público de todo el mundo.
2. “Dressed to Kill” (Vestida para matar) presenta a la mujer sólo como objeto para ser utilizado (violada, torturada y apaleada hasta morir. La crítica la consideró como "llena de gracia… romántica… erótica… divertida… irresistible".
3. Cubiertas de discos que llevan la imagen de la entrepierna de una mujer con la leyenda: "¡Salta sobre ella!".
4. La portada de una popular revista muestra el cuerpo desnudo de una mujer entrando en una máquina de picar carne y saliendo convertida en… ¡una hamburguesa!
5. Una publicidad de zapatos muestra a una mujer casi desnuda que cae al suelo herida o asesinada por un hombre armado con un révolver.
La pornografía objetiviza a la mujer caricaturizándola y reduciéndola a la suma de sus órganos y funciones sexuales -dejando siempre de lado la inteligencia y la sensibilidad-. Los malos tratos también la convierten en objeto, al reducirla a simple posesión. Tanto una como otros legitiman el dolor inflingido a la mujer mediante su objetivación. Además, muchas de ellas son violadas e insultadas mientras se las golpea. Por tanto, con mucha frecuencia existe una combinación de agresión sexual y verbal con violencia física -tema de la pornografía-.
Otros ejemplos de objetivación de la mujer dentro de nuestra cultura:
-publicidad de pantalones tejanos remarcando las caderas y entrepierna.
-publicidad en revistas ofreciendo pechos femeninos como apetitosos postres (que se completan con frutas reales).
-Una cubierta de disco que muestra las nalgas desnudas de una mujer sobre la que está estampado el nombre del disco: "Elige el corte".
-Hojas de revistas en donde aparecen mujeres desnudas o en bragas cubiertas con ketchup, como si fueran pollos asados.
CONVIERTE A LAS MUJERES EN SERES INFERIORES
Al convertir en objeto la anatomía sexual femenina, se convierte a las mujeres en seres inferiores y se las deshumaniza y, de este modo, se dan los fundamentos psicológicos para la realización de actos de violencia contra ellas.
La trivialización sexual que hace la pornografía tiene su equivalente en la trivialización que encuentra la mujer maltratada cuando recurre a la ayuda de la policía, la justicia, la ciencia médica, la iglesia, el Estado y los diferentes servicios sociales. ¿Cuántas han sido las mujeres cuyos reclamos no fueron tenidos en cuenta, no fueron llevadas a un lugar seguro, o simplemente se les dijo: "Vamos… vamos, tenga calma… no se ponga histérica… charlando juntos (con el agresor)… no abandone su casa, ahí es donde pertenece… él no le habría pegado si usted no lo hubiese provocado… perdónelo… trate de ser más comprensiva”, etc.? Estas respuestas refuerzan esa ideología que hace que la víctima se sienta culpable de su propia victimización.
Hasta hace una década, la mujer maltratada era considerada algo tan sin importancia que no existían estadísticas o datos sobre estos hechos. Incluso en la actualidad, una investigación reciente muestra que solamente se recoge uno de cada 270 casos de esposas maltratadas (3). Las definiciones de abuso con frecuencia son variadas y eso influye en el registro de datos. Por ejemplo, un caso de golpes o maltrato a una mujer puede ser descrito en los informes policiales o médicos con generalidades, diciendo simplemente que "presenta algunos golpes".
En el Tribunal Internacional sobre Crímenes contra la Mujer, que tuvo lugar en Bruselas, en marzo de 1976, muchas mujeres atestiguaron que cuando habían denunciado las agresiones sexuales, las autoridades las consideraron sospechosas a ellas y no a los agresores y tendían a minimizar sus reacciones en razón de la histeria o vindicación femeninas. Muchas compañeras denunciaron el hecho recurrente de golpes, maltrato acompañados con abuso sexual. El testimonio de una de ellas ilustra este punto:
En 1972 tuve que ser esterilizada debido a problemas de contracepción. En ese momento comenzó el problema de las agresiones y golpes… Él vino al dormitorio gritándome que era una puta y preguntándome con qué hombre había estado esa tarde, mientras me destrozaba la ropa… Me arrastró por los cabellos hacia la planta de abajo y me golpeó en la cocina con sus puños, con un cuchillo, partiéndome una silla en la espalda. Durante una hora golpeó mi cabeza contra una pared de ladrillo. Y mientas hacía esto, gritaba constantemente: "eres una puta… eres una puta".
Otra señaló que su marido la golpeaba cuando ella se negaba a tener relaciones sexuales por temor a quedar embarazada.
En cierto sentido, todo esto es la actuación de un guión pornográfico. Como en la vida real, el ingrediente básico de la pornografía es el acceso sexual total, no cuestionado, al cuerpo femenino. Aún no existe documentado un claro corte en la relación causal entre pornografía y maltrato físico. Sin embargo, un grupo de francesas que se manifestaron contra la proliferación de las películas porno, tales como "La historia de O", señalaron que una de las mujeres de su grupo fue violada siguiendo exactamente la trama de la película.
VIOLACIÓN, MALTRATO Y PORNOGRAFÍA
También se denunció en el Tribunal la relación que existe entre violación, maltrato y pornografía en tanto que obligan a la mujer a participar en su propio sojuzgamiento, deshumanización y terror.
Una compañera danesa dio testimonio de la victimización y explotación de la mujer en el negocio de la pornografía diciendo que ésta:
"…provoca en el hombre fantasías sexuales… reduce a la mujer a simples objetivos pasivos para ser usados, degradados. Y yo digo que esto es violencia porque ahora toda mujer está ahí para ser vendida al más bajo precio y a disposición de todos los hombres…"
Muchas mujeres revelaron que el dormitorio -y muchas veces la cocina- eran normalmente el escenario de la mayoría de las agresiones domésticas causadas por la actuación de las fantasías pornográficas (4).
La pornografía violenta, que es presentada como "moderna", "chic", "divertida"…, en un contexto frívolo, sin embargo, aunque no esté demostrado, es altamente probable que influya de modo considerable en la violencia contra la mujer en la vida real. En un estudio realizado sobre cien víctimas de violencia doméstica que se realizó en el centro-refugio Erin Pizzey para mujeres golpeadas en Londres, el 15% de las mujeres denunció que "parecía que sus maridos se excitaban sexualmente con la violencia, dado que exigían la relación sexual inmediatamente después de la agresión" (5). Esto no quiere decir que los hombres simplemente imiten las escenas pornográficas. Son varias las razones por las que desean actuar según las imágenes y guiones pornográficos. El punto central es que la pornografía (especialmente tal como está legitimizada por la televisión, la publicidad, el cine, etc.) socializa a algunos hombres en la idea de que el maltrato a la mujer es erótico, deseable sexualmente, deseado por la mujer y una manifestación necesaria de virilidad. Estudios realizados en culturas muy pacíficas, como la de Samoa y Bali, donde la violencia sexual masculina es prácticamente desconocida, muestra que esta violencia es casi siempre una conducta aprendida y no instintiva.
Las investigaciones indican que la exhibición de ciertas descripciones de violencia aceptada, realmente afecta las actitudes y la conducta de modos diferentes, dependiendo de la personalidad del individuo, el sistema de valores, el medio, su conducta sexual, etc.. (6). Sabemos que gran parte de nuestra conducta depende de lo que se ve y de la socialización (7). Con frecuencia una conducta nueva es el resultado de copiar la de los demás. Hay estudios que demuestran que los sujetos actúan e imitan la violencia de los personajes de la televisión (8). Otras experiencias han mostrado que cuando los hombres vieron en algún medio pornográfico actos sexuales violentos, se debilitaron sus inhibiciones respecto a la violación y a otros actos agresivos (9), Edward Donerstein, psicólogo social, extrae como conclusión de su extenso trabajo de investigación que las imágenes de violencia contra la mujer pueden desencadenar conductas violentas hacia las mujeres (10). Seymour Feshbach, profesor y jefe del Departamento de Psicología de la Universidad de California en Los Ángeles, y coautor de Televisión y agresión, señala que:
"…los resultados de una serie de estudios experimentales que realicé junto con mi colega Neil Malsmuth y otros colabores, nos han llevado a la conclusión de que la descripción de la violencia pornográfica puede tener efectos decididamente negativos. Los hombres en particular son propensos a utilizar la violencia erótica como modo de interpretar las expresiones de dolor de la mujer víctima de la violación como indicadores de excitación sexual…
En síntesis, el mensaje de que "el dolor o la humillación pueden ser placenteros puede ser peligroso cuando se utiliza para justificar una violación. Además, la yuxtaposición de violencia con excitación y satisfacción sexuales proporciona una oportunidad no usual al condicionamiento psicológico de una respuesta violenta a los estímulos eróticos… cuando la violencia se fusiona con el sexo tenemos una forma de alquimia potencialmente peligrosa (11)".
La exigencia de más violencia de parte del consumidor masculino de pornografía, que la asocia, a los estímulos sexuales, se patentiza en el hecho de que tales descripciones en anuncios, dibujos y líneas argumentales han aumentado considerablemente en Playboy en los últimos cinco años. Según Bob Guccione, editor de Penthouse, en la actualidad existen 160 revistas que describen a las mujeres como "animalitos domésticos" que están para ser maltratadas por sus "dueños" hombres. El mercado de la pornografía infantil tiene una demanda de publicaciones de no menos de 260 periódicos mensuales. Con toda esta explosión, ¿es para asombrarse que la violencia erotizada contra la mujer aumente cada día más?
SUGERENCIAS PARA EL CAMBIO
Es esencial una educación acerca de la pornografía, su sentido y sus efectos en la sociedad -fundamentalmente sobre las mujeres-. Tanto los hombres como las mujeres deben analizar el papel que la pornografía juega en sus respectivas vidas y analizar lo que dice respecto a la mujer. Debe establecerse una conexión entre la pornografía, el sexo y la violencia erotizada contra la mujer. La pornografía refuerza el punto de vista prevaleciente en la sociedad que ve a la mujer como puta o como virgen, que sólo la considera un objeto sexual, que convence a las mujeres golpeadas de la sospecha de que seguramente deben haber sido "malas" o haber faltado en algo, que la condición en que se encuentran es de alguna manera la apropiada, o que está en la naturaleza de las cosas. Debemos condenar el sistema que crea y que refleja los valores pornográficos.
Debemos considerar la pornografía como un problema de derechos humanos. Esto se hace mediante la lucha y la transformación de una sociedad que justifica las desigualdades sexuales en el trabajo y en el hogar.
Debemos educar a los jóvenes de modo que las niñas no se socialicen para ser dominadas y los varones para dominar, la mayoría de nuestros valores deben ser cambiados. En realidad ya existen muchas relaciones de amor e igualdad; debe haber muchas más.
Debemos trabajar para modificar el clima de opinión hasta lograr que la pornografía no siga siendo más algo socialmente aceptado. Debemos informar a la gente de que no significa liberación sexual sino represión, y que erotizar la violencia y el poder no tiene nada que ver con el sexo y con el amor.
Debemos cambiar la legislación vigente que protege al hombre y priva a las mujeres maltratadas de toda protección.
Debemos tener más investigaciones hechas desde la perspectiva feminista. Los investigadores sociales tienden a reflejar los valores y las bases de la sociedad, de ese modo, perpetúan y refuerzan los problemas que estudian. Como consecuencia, la pornografía y las mujeres golpeadas en tanto que patologías psicosociales peligrosas para la mujer, han sido unos conceptos largamente ignorados por muchos académicos. Los análisis feministas de la violencia, ni indecentes ni groseros al examinar las descripciones del material sexual explícito.
Debemos apoyar a grupos tales como "Mujeres contra la pornografía", "Mujeres contra la violencia machista", "Mujeres contra la violencia en la pornografía y los medios". Todos estos grupos enviarán portavoces a las organizaciones de todo el mundo para presentar programas que ilustren los peligros de la pornografía y sus efectos activos en la vida real en el caso de las mujeres golpeadas y maltratadas. Demos unirnos a estos grupos. Combinar acción con análisis.
Podemos boicotear los films, revistas y programas de televisión pornográficos, como así también a sus patrocinadores y sostenedores.
Hay que empezar en el hogar. Las mujeres deben poner en conocimiento de los hombres con los que tratan de que objetan la pornografía y de sus efectos destructivos en las relaciones interpersonales.
Censurar la pornografía no es la respuesta, pues esto claramente podría significar infringir la Primera Enmienda a los derechos. Para un excelente análisis de la pornografía y la Primera Enmienda, ver el artículo de Wendy Kaminer, "Pornografía y Primera Enmienda: restricciones y acciones privadas", en el libro de Laure Lederer. Take Back the Night (Recuperemos la noche) (12).
NOTAS
(1) Lederer, Laura (ed.). Take Back the Night: Women on Pornography. New York. William Morrow & Co. 1981.
(2) Reported by Professor Murray Straus. University of New Hampshire. To U.S. Commission on Civil Rights, in New Women's Times, Rochester, N.Y. January 5-18, 1978.
(3) Steinmetz, Suzanne K. Wifebeating husbandbeating. A comparison of the use of physical violence between spouses to resolve marital fights. In María Roy (ed.) Battered Women, New York. Van Nostrand Reinhold, 1977, p. 65.
(4) Russell, Diana E. H. and Van de Ven, Nicole (eds.): Crimes Against Women: Proceedings of the International Tribunal, Millbrae, California: Les femmes, 1976, passim.
(5) Barry, Kathleen: Female Sexual Slavery. Englewood Cliffs, N.J.: Prentice-Hall, 1979, p. 145.
(6) Eysenck, H.J. and Nias, D.K.B.: Sex and Violence in the Media. New York: Harper & Row, 1978, passim.
(7) Rachman, S. Sexual fetishism: An experimental analogue. The Psychological Record, 16, 293-96.
(8) Woodrick, C; Chissom, B., and Smith, D.: Television-viewing habits and parent-observed behaviors of third grade children. Psychological Reports, 40, 830.
(9) Berkowitz, L.: Aggression: A Social Psychological Analysis (New York: McGraw-Hill Book Company, 1962). Feshbach, Seymour and Malamuth, Neal. Sex and aggression: Proving the link, Psychology Today, November, 1978, XII, 6.
(10) Donnerstein, Edward: Pornography and violence against women: Experimental studies. Annals of the New York Academy of Science, 1980.
(11) Feshbach, Seymour: Mixing sex with violence. A dangerous alchemy. New York Times, August 3, 1980, p. 29.
(12) Lederer, Laura: Take Back the Night, op. cit., pp. 241-47.
Autora: Frances Patai.
Durante muchos años fue profesora en la City University of New York. Investigadora feminista, estudió el papel de las mujeres en la Guerra Civil Española, en especial el trabajo de las enfermeras y personal médico que vinieron como voluntarias a España. Falleció en 1998.
Traducido del inglés por Mora Apreda.
Publicado en la revista Poder y Libertad, nº 14 – “Pornografía y Feminismo”. En el 2º semestre de 1990. En Madrid. España. Para más información sobre esta revista pincha en el enlace: Poder y Libertad - Vindicación Feminista
¡Waw!!! Acabo de descubrir este blog y estoy emocionadísima con su trabajo.Sigan adelante con el trabajo de concienciación sobre la violencia de género. Todas las mujeres del mundo necesitamos ese apoyo de lucha contra el aparato patriarcal. ¡Gracias!
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