A menudo cuando se habla de la violencia machista, se hace énfasis en la importancia de la educación y hoy quiero acercar a quienes leen este blog, a la figura y pensamiento de una querida amiga y compañera que nos dejó prematuramente en el mes de abril de 2006.
María José Urruzola Zabalza, licenciada en Filosofía, ejerció como catedrática de enseñanza media durante la mayor parte de su carrera profesional. Entre sus numerosos cargos, fue Formadora del profesorado, así como Técnica en educación y en coeducación por el Gobierno vasco. Militante feminista, fundadora del Colectivo Feminista Lanbroa; de las asociaciones feministas Emilia Pardo Bazán y Emaitza, cofundadora de la Confederación de Organizaciones Feministas, con la que se presentó a las elecciones al parlamento europeo en 1999; y en 2000, fundó el Partido Feminista de Euskadi (Alderdi Feminista). Falleció a los 65 años en Bilbao el 28 de abril del 2006.
PREVENIR LA VIOLENCIA SEXISTA, ES POSIBLE
Mª. José Urruzola Zabalza
CONTEXTO EN EL QUE SE DA LA VIOLENCIA SEXISTA
Vivimos en una sociedad donde las personas todavía no han encontrado fórmulas para convivir con criterios éticos de desarrollo humano que eliminen los comportamientos de imposición, ataque, destructividad, es decir, de violencia, como forma de relacionarse, sino que por el contrario, de múltiples maneras son invitadas a vivir defendiéndose por medio de la fuerza o de la violencia.
La práctica de la violencia entre los humanos adquiere unas características y un uso tan habitual que se ha llegado a normalizarla como instrumento de resolución de conflictos, tanto a nivel personal como colectivo.
Cuando se quiere buscar alternativas a este comportamiento humano, hay una tendencia a analizar los comportamientos de violencia como hechos aislados o fruto de malas voluntades individuales o de conductas desajustadas y a partir de aquí, se tiende a buscar, soluciones parciales, recursos técnicos para arreglar conflictos que se han llegado a identificar, sanciones que frenen esos hechos de violencia y formas concretas de solucionar las consecuencias negativas provocadas por esos comportamientos de violencia.
Frente a esta concepción de la violencia hemos de analizar que cuando se trata de relaciones entre personas, jerarquizadas por motivos de etnia, clase económica, edad, sexo o cualquier otro motivo, el colectivo socialmente preponderante se convierte en el iniciador, mantenedor y más poderoso ejecutor de la violencia, porque la necesita como instrumento para mantener su estatus de dominación y controlar a quienes quedaron como colectivos sociales subordinados.
Es el caso del “grupo o clase social mujer”.
La violencia contra las mujeres en todas sus concreciones sucede en un contexto social estructuralmente sexista, es decir, en un modelo de organización social, basado en la jerarquización de un colectivo humano, el de los hombres, sobre otro, el de las mujeres.
Jerarquización que se refleja en lo cotidiano y de la que el colectivo social de los hombres extrae unos beneficios, en la economía, política, en el ámbito cultural, en las relaciones sexuales, la práctica de los valores, en la valoración del simbólico masculino y femenino.
Para mantener esta jerarquización y seguir consiguiendo el control de las mujeres a nivel universal, existe un instrumento: el abuso de la fuerza, es decir la violencia y todas las sofisticadas formas de poderío, que de hecho ha practicado un colectivo humano sobre otro, en razón del sexo y de aquí su nombre de “violencia sexista” (término paralelo al de violencia racista, clasista…). Cualquiera de los dos colectivos podría haber sido el preponderante y sería igualmente una organización social injusta, pero hoy tenemos datos suficientes para saber que ha sido el conjunto de los hombres, el que tiene un status de predominio sobre las mujeres a nivel mundial, medido en datos.
LA VIOLENCIA SEXISTA SE EJERCE HOY EN DIFERENTES NIVELES DE CONCRECIÓN:
1. La situación de discriminación que viven las mujeres por el hecho de serlo.
2. La violencia física
3. La violencia específicamente psicológica.
4. La violencia sexual.
PROCESO HACIA LA PREVENCION DE LA VIOLENCIA SEXISTA
Prevenir la violencia sexista a través de la educación, es un objetivo a largo plazo. Su consecución requiere, por tanto, un proceso educativo adecuado.
Para ir caminando hacia la prevención de este tipo de violencia, hay que empezar por detectar, reconocer o identificar y nombrar que existe la violencia sexista, en sus diferentes concreciones: situaciones de discriminación, violencia física, psicológica y sexual, contra las mujeres. Sacar este problema a la luz, es el primer paso para poder plantearse esta tarea educativa. Es el punto cero.
Esto exige hacer un diagnóstico de los grados de existencia de comportamientos de violencia sexista en el ámbito educativo. Pero sólo se podrán diagnosticar, si antes se ha aprendido a identificarlos, por ejemplo, si se reconoce que invisibilizar a las mujeres en la Historia, en la ciencia, en el lenguaje,… es discriminatorio, si en la práctica, se sabe diferenciar entre un ejercicio de libertad sexual, una broma, una agresión sexual, un comportamiento agresivo realizado por mimetismo en la infancia, etc., si se pierde el miedo a reconocer los comportamientos sexistas y de violencia sexual y se les llama por su nombre y no a través de eufemismos que suavicen la realidad (por ej. “violencia de género” “violencia doméstica”o “violencia entre hombres y mujeres”…)
Podemos explicitar ALGUNOS DATOS, QUE MUESTRAN LA REALIDAD ACTUAL
Los datos de la existencia de la violencia sexista en el marco escolar y familiar, son manifiestos cotidianamente, en todas las etapas, desde las etapas de Educación Infantil y Primaria hasta el final de la Secundaria:
Van reproduciendo ya desde los primeros años, múltiples comportamientos en el juego, uso de los juguetes, en el lenguaje, expresiones, relaciones… los estereotipos sexistas, que van aprendiendo a través de diversas fuentes, los cuentos, ilustraciones, los colores, los modelos familiares, escolares, la televisión…
Son cotidianos algunos comportamientos de violencia física como éstos: se pegan, se hacen daño, los niños imponen algunas relaciones de cuerpo... realmente ya desde los 2-3 años están respirando esta lógica de violencia que quizá hayan visto en su padre, madre, otros familiares, en la escuela, o que oyen.... los dibujos animados que ven, conllevan fuertes dosis de violencia, transmiten una violencia normalizada.
También existe desde la infancia la violencia sexual. Algunos niños bajan los pantalones y las bragas a la fuerza a algunas niñas. El indicador de violencia es que sea “a la fuerza”, porque si un niño y una niña quieren besarse, tocarse, palparse y mirarse como son, hay que dejarles, y comentar el sentido positivo que tiene. La educación para la expresión con el cuerpo, para la vivencia de la sexualidad desde la infancia, es una asignatura pendiente, en la educación escolar.
Múltiples datos manifiestan que ya en esta etapa viven también, experiencias de agresión sexual, aunque las personas adultas tendemos, a no reconocerlas “son niñerías”, a ocultarlas “no tienen importancia”, a asustarnos “no se puede hablar de “agresión sexual” en la infancia porque suena muy fuerte”, a solucionarlas con la lógica de la violencia, “no hay que pegar, pero si te pegan pega, y si te tocan sin que tú quieras, haz lo mismo…”
En la práctica cotidiana, escolar y familiar, se observa a veces, que las criaturas muestran rechazos, miedos, vergüenzas… Rechazo a que se les toque una parte del cuerpo. Rechazo a algunas sensaciones. Gestos que hacen ante algún beso. Miedos que experimentan... Muchas veces son síntomas de experiencias negativas.
En la Educación Secundaria, los comportamientos sexistas siguen practicándose con más continuidad, más fuerza y mayor grado de asimilación personal.
- Algunos chicos tienen orgullo de comportarse lo más acorde posible con el papel de macho que ellos creen que les corresponde.
- Observamos, que hoy también hay chicas, que consideran estos comportamientos de los chicos como meta de su liberación y en los grados que pueden intentan imitarlos.
- Observamos, que hoy también hay chicas, que consideran estos comportamientos de los chicos como meta de su liberación y en los grados que pueden intentan imitarlos.
- El sexismo también ha marcado los grados de violencia sexista que viven algunas adolescentes cuando ante ataques, discriminaciones, humillaciones, imposiciones orientan la violencia contra ellas mismas, aguantando, callándose, perdiendo autoestima, supeditándose a deseos ajenos y manteniendo una actitud de víctima que las convierte en colaboradoras e impide reaccionar a los ataques recibidos. Es el modelo tradicional de mujer que cada vez es menos frecuente en la adolescencia, pero que todavía existe en un porcentaje suficiente como para plantearnos una tarea educativa ante este grado de violencia.
- Cuando se les muestra los grados de invisibilidad de las mujeres en sus libros de texto de Historia, Ciencias, Filosofía, Matemáticas… hay chicas que pactan con ello y chicos que defienden que sea así.
- Los chicos justifican el abusivo uso de los patios escolares para jugar al fútbol, porque están convencidos de que ese deporte es el más importante respecto a cualquier otra actividad que se pudiera hacer en este espacio escolar.
- Aunque el trabajo doméstico y el exigido para el cuidado de las personas está desvalorizado para las chicas y los chicos, se siguen posicionando de diferente forma ante estos trabajos, reflejando ellas y ellos, los roles sexistas.
- Se observa en los chicos especialmente, una desvalorización del simbólico “lo femenino”, que suelen reflejar en los lenguajes despectivos con que hablan de las mujeres en general, en la escasa valoración que tienen de su trabajo y de sus aportaciones a la sociedad, en el rechazo a escoger carreras que tengan que ver con los trabajos realizados tradicionalmente por las mujeres, en ridiculizar los mal llamados valores femeninos, en la concepción que tienen del cuerpo de la mujer, etc.
- Hay chicas y chicos que consideran que el llamado “deporte masculino” es el referente de deporte al que aspirar y a partir de esto, ellas tienden a imitarles a los chicos en sus formas de hacer deporte, en sus lenguajes, gestos… y a minusvalorar otros deportes y ellos, consideran que las chicas si quieren la igualdad tienen que integrarse en sus deportes y en sus códigos, sin sentir ellos la necesidad de practicar ningún deporte de los considerados “femeninos”.
- En las relaciones afectivo-sexuales, ellos y ellas reproducen los roles y comportamientos que el modelo social sexista les transmite a través de la televisión, revistas, cómics, chistes, publicidad, cine, canciones, pornografía…
- Las ideas que manifiestan en general, cuando hablan de: el paro, el ocio, los salarios, las leyes, el reparto de los bienes económicos entre hombres y mujeres, sobre la forma de vivir el amor y la sexualidad, sobre la participación de las mujeres en el Gobierno, el reparto del trabajo y cuidados en el ámbito doméstico, etc.
Son también habituales en los centros escolares comportamientos de violencia física y psicológica tales como:
- Algunos chicos se meten con el cuerpo de sus compañeras ridiculizándolo.
- Siguen existiendo las ofensas verbales o físicas a las chicas en los vestuarios de gimnasia, en los pasillos del centro, en la calle.
- Hay chicos que si una compañera no acepta la relación personal que les proponen, le desprestigian y calumnian.
- No es raro que se cuenten chistes despectivos para las mujeres en las fiestas escolares.
- Las paredes de los centros escolares están demasiado ilustradas con pintadas y dibujos, ofensivos para las mujeres.
- Se intenta acomplejar a las chicas o chicos que no responden a los modelos de belleza establecidos.
- Se oyen con frecuencia expresiones ofensivas de los chicos respecto al cuerpo de las profesoras.
- Se confunden las “bromas” con las “agresiones” y el “sentido del humor” con la “actitud sexista”.
Estos comportamientos son mayoritariamente realizados por los chicos y hombres, hacia las chicas, pero su práctica normalizada hace, que se vayan convirtiendo en un referente de comportamiento admitido y que también las chicas, vayan asumiendo los códigos de la cultura masculina e imitando estas formas de actuar.
Las experiencias de agresiones sexuales que se viven en la adolescencia, entre iguales y por parte de personas adultas son tan importantes para quienes las viven, que suelen marcarles para toda la vida, aunque habitualmente quedan ocultadas o minimizadas. Casi al cien por cien las padecen las chicas, pero también y de forma creciente, se dan casos de chicos agredidos sexualmente.
REACCIÓN ACTUAL EN EL ÁMBITO ESCOLAR ANTE ESTA REALIDAD
El sistema escolar todavía no ha afrontado la puesta en práctica de una seria intervención educativa que colabore a la prevención de esta realidad. Se sigue reproduciendo el sexismo, en la ciencia que se imparte, en el uso del espacio escolar y su decoración, en el uso del lenguaje, del material escolar, del tiempo, en la distribución de los medios económicos y de los puestos de responsabilidad, en la propia organización escolar.
No existen Proyectos Educativos diseñados y puestos en práctica desde una filosofía coeducadora, superadora de la normalización del sexismo, es decir, de las relaciones basadas en el esquema de dominación-sumisión entre hombres y mujeres, mantenido a través de la violencia, como instrumento para mantenerlo.
Con esta base, ante hechos concretos de violencia sexista, comportamientos de violencia física, psicológica y sexual, las reacciones más habituales están siendo: callar los hechos, ocultarlos, impedir la denuncia de ellos, oponerse a quien saque a la luz los hechos para buscar soluciones, (en infantil porque no le dan importancia, en secundaria porque es complicado) no asumir responsabilidades educativas, echar la culpa a los medios, a la familia, al entorno social…, reacciones que en la práctica, suponen grados de complicidad, más o menos conscientes, con quienes agreden y de desprotección hacia quienes son agredidas (generalmente mujeres) y con todo ello, el sistema escolar es un agente más, además de la familia, medios de comunicación y otros, que está colaborando a que sigan sucediendo y ampliándose los comportamientos de violencia sexista a las niñas, jóvenes, mujeres y no está aportando recursos personales a las chicas y chicos jóvenes para la prevención de la violencia.
No es que la violencia no se pueda prevenir, la realidad es, que el sistema educativo, presionado por la reivindicación histórica de integración de las mujeres en él, que el Movimiento Feminista, los Planes de Igualdad, la Conferencias Internacionales han ido haciendo, va publicando algunos folletos, haciendo declaraciones públicas, tímidas y obligadas manifestaciones de apoyo, pero no está dando una respuesta seria, en el sentido de que no está dando los primeros pasos de forma eficaz, ni poniendo los medios necesarios para que se dé un proceso hacia la prevención. Todavía no han demostrado voluntad política por este objetivo.
Cumplido el punto cero: la identificación y diagnóstico de la existencia de comportamientos de violencia sexista, las respuestas educativas pueden darse en tres fases: a corto, medio y largo plazo:
1. Hay unas soluciones que son las inmediatas, las urgentes, que son las que más se suelen demandar para dar respuesta puntual a una agresión concreta que acaba de suceder. Son necesarias, pero no las más importantes. ¿Cómo hacerlo? Hay múltiples respuestas puntuales:
Si son hechos concretos de discriminación por ser chica, referentes al uso del espacio, del lenguaje, a las ilustraciones o contenidos de los libros, a comentarios que se han hecho en el aula por parte del profesorado o alumnado, a frases despectivas, a explicaciones supuestamente científicas que se han dado, a negación de derechos, a desigual aplicación de oportunidades…:
-Explicitar qué tipo de discriminación es.
-Llevar el hecho a la tutoría o a un trabajo en las diferentes Áreas y tratarlo públicamente: a qué mentalidad responde, quién la ejerce, quién la padece, en el caso concreto y en general, qué consecuencias tiene, qué pautas propone el grupo para corregir ese hecho.
-Realizar algún ejercicio correctivo del hecho concreto sucedido, que colabore a un mayor conocimiento, al rechazo de cualquier discriminación y a un cambio de actitudes.
Si son comportamientos que conllevan agresión física, psicológica o sexual:
-No ocultar los hechos. No negarlos cuando han sido denunciados.
-No quedarse con el primer sentimiento de escándalo, paralizando la búsqueda de soluciones.
-Rechazar explícita y públicamente la agresión. Colaborar con ello, a que se cree un estado de opinión de rechazo a cualquier agresión.
-Denunciar dónde sea conveniente en cada caso.
-Exigir responsabilidades a quien agrede, solicitar que se disculpe, que entre en un proceso de reciclaje personal…
-Utilizar recursos pedagógicos de denuncia: representaciones, imitación crítica de lo que ha sucedido, pedir explicaciones públicas…
-Dar pasos para sacar del aula, Centro, familia a quien agrede y no a quien es agredida.
-Desculpabilizar.
-Potenciar la confianza para que comuniquen cualquier experiencia de agresión.
-Escucharle con respeto.
-Ofrecerle información para actuar.
-Aportarle apoyo psicológico, afecto, darle seguridad.
-Favorecer la recuperación de la autoestima.
-Ayudarles a dar pasos en la búsqueda de soluciones.
-Analizar cada agresión como producto de un contexto social, para que ella ubique esta amarga experiencia en su proceso de desarrollo personal y no le marque negativamente.
-Ayudarle a que denuncie los hechos donde corresponda en cada caso.
-Dedicar tiempo a hablar con ella de lo que está viviendo, porque lo necesitan.
-Exigir una intervención educativa en el Centro, programada según la etapa.
Pero cuando se hayan realizado éstas u otras respuestas inmediatas, no se ha terminado la respuesta a dar a cualquier agresión. Las soluciones más importantes, van más allá de estas respuestas puntuales. No podemos conformarnos con ellas.
2. A medio plazo, a través de una intervención educativa programada.
En el ámbito escolar:
En el centro escolar la prevención es un proceso educativo que empieza en Educación Infantil, sigue en los seis años de Primaria y se profundiza en Educación Secundaria. Sumados todos, 16 años, son pocos años para crear hábitos consolidados de relaciones humanas positivas en las chicas y chicos, en un contexto social que normaliza la violencia en el comportamiento de los hombres con las mujeres, pero siendo los primeros de la vida, son muy importantes para sentar unas bases.
Marco teórico de esta programación
Consideramos que una intervención educativa que colabore a que las chicas y chicos aprendan a ser personas, desarrollando todas sus capacidades al margen de cualquier estereotipo que les limite como personas, potenciando unos criterios positivos, éticos, para relacionarse consigo, con las demás personas, con los animales, con el medio natural y urbano y con los objetos y su implicación solidaria en el medio social, es el mejor camino para prevenir las relaciones de violencia, es decir, las relaciones carentes de afecto, impositivas, destructivas, consecuencia siempre de la falta de desarrollo humano global de las personas.
Esta intervención educativa ha de basarse teóricamente en las cuatro fuentes, que son básicas en la construcción de todo curriculum escolar. 1 La fuente sociológica 2. La fuente
epistemológica 3. La fuente psicológica 4. la fuente pedagógica,
Programación de Educación Infantil
Destacamos la necesidad de intervenir en esta etapa con tres ejes:
-Conozco y cuido mi cuerpo.
-Me relaciono conmigo.
-Iniciación a las relaciones positivas con las demás personas,
Ni siquiera hace falta que salga la palabra violencia en todo el programa con el que se trabaje en el aula. Eduquemos la construcción de relaciones positivas, de cómo vamos a tener sentimientos positivos respecto a una o uno mismo y respecto a las demás personas, educarles para que en su futuro pudieran sentir, “Tengo tal respeto a mi persona, a mi cuerpo, me gusta, me preocupo tanto de él que no se me ocurre destruirlo”. Es una base necesaria para que llegaran a sentir y a pensar “Ni se me ocurre dañarte, ni tocar tu cuerpo sin que lo quieras y menos destruirlo”. Es la filosofía de una educación en positivo. (El libro: "Ni un besito la fuerza” (3-8 años) ofrece un instrumento con una filosofía preventiva. Les enseña que hay relaciones muy bonitas y otras, ante las que hay que decir “no”.)
Programación para los tres ciclos de Educación Primaria
Proponemos como ejes educativos:
Primer ciclo:
1. Me relaciono conmigo positivamente.
2. Juego, trabajo y descanso
Segundo ciclo:
Me relaciono positivamente con otras personas, con los animales, la Naturaleza y los objetos.
Tercer ciclo:
1. Cuido mi casa, el Centro, el barrio y participo en su bienestar. Empleo las cosas y el dinero que necesito.
2. Me ocupo del desarrollo de mis valores personales.
Programación para Educación Secundaria
El eje conductor es la educación para unas relaciones humanas positivas en su sentido más amplio y afrontar pedagógicamente la educación para unas relaciones afectivas y sexuales satisfactorias, que colaboren a su desarrollo global como personas.
Proponemos como instrumento, la programación desarrollada y preparada para su puesta en práctica en el aula, en tres libros:
1. “Educación de las relaciones afectivas y sexuales desde la filosofia. coeducadora”
2. “Aprendiendo a amar desde el aula”.
3. Colección “Guía para chicas”. Cuadernos: 1. Guía para andar por casa. 2. Cómo prevenir las agresiones y defenderte de ellas. 3. Cómo construir tu propio modelo de belleza. 4. Cómo vivir las relaciones afectivas y sexuales. ( Mª J. Urruzola. Ed. Maite Canal. Bilbao)
Las familias han de exigir a los Centros escolares este proceso educativo y seguirlo paralelamente en casa, según cada etapa.
La prevención es un proceso educativo que empieza en Educación Infantil, sigue en los seis años de Primaria y se profundiza en Educación Secundaria. Sumados todos, 16 años, son pocos años para crear hábitos consolidados de relaciones humanas positivas en las chicas y chicos, en un contexto social que normaliza la violencia en el comportamiento de los hombres con las mujeres, pero siendo los primeros de la vida, son muy importantes para sentar unas bases.
Pero para conseguir un desarrollo global como persona, hay que empezar por reconocer que las niñas y niños desde la infancia empiezan a ser socializados en función de estereotipos sexistas, que les van encasillando en “la cultura femenina” y en “la cultura masculina” y ello, conlleva un conjunto de comportamientos cotidianos, que van afianzando en los niños una forma de pensar, de ocupar el espacio, de jugar, de hablar, de relacionarse con las niñas, de pensar en el futuro, que van favoreciendo su mentalidad de prepotencia, sus métodos de violencia, su status de ciertos privilegios y su conocimiento del papel que se les asigna a los hombres en la sociedad y que empiezan a suponer que será el suyo. Las niñas también van interiorizando su puesto de subordinación en muchos aspectos concretos, en la medida que van viendo que ni se les nombra, que los niños les pueden pegar, levantar las faldas, tocar aunque ellas no quieran, que sus espacios son siempre más reducidos, que sus juguetes tienen que ver casi siempre con lo doméstico, que el trabajo de las mujeres que conocen y sus valores son menos reconocidos y van conociendo también, que de ellas, se espera que sean mamás y amas de casa.
Si la escuela y la familia no afrontan esta realidad para superarla, están poniendo las bases para seguir manteniendo esta sociedad que, de hecho, jerarquiza a las personas por ser de un sexo o de otro y por tanto, está manteniendo una estructura de abuso de poder y de violencia, que imposibilita el desarrollo humano de las personas y dificulta la convivencia.
Por el contrario, la “Escuela Coeducadora” se propone salvar todo lo positivo de la experiencia colectiva de las mujeres y de los hombres y acercarse a cada persona en su individualidad y singularidad, para potenciar que desde su libertad, vaya eligiendo quién quiere ser al margen de los estereotipos sexistas y cuál va a ser su colaboración a la justicia y libertad colectivas.
Esta “Escuela” del futuro, irá superando el sexismo a través de cuatro instrumentos, que pueden ser transformadores de la “Escuela” actual:
1. El Proyecto Educativo de Centro.
2. El Proyecto Curricular: los libros, cuentos, el uso de los juguetes, del espacio, del lenguaje, a través de la educación afectiva y sexual, orientación profesional, de la organización escolar, de la ciencia que se imparte…
3. El Reglamento de Funcionamiento.
4. El Proyecto de Gestión.
El potenciar el desarrollo global de cada persona, traducido en la práctica, en la adquisición de actitudes que se conviertan en hábitos de comportamientos preventivos, en el sentido de que se haga impensable el uso de la fuerza, el ataque o la imposición, como forma de relación humana, es un cambio de actitudes a conseguir a largo plazo, pero es el mejor camino para empezar a crear un estilo nuevo de relación entre las personas y entre los pueblos.
AGENTES EDUCATIVOS
Para la prevención de la violencia sexista hay que tener en cuenta que, los agentes que influyen en los comportamientos concretos de violencia sexista y en su prevención y solución, son tres:
1. El medio familiar.
2. El sistema educativo y en concreto, el Centro escolar.
3. Los medios de comunicación.
Es importante contar con los tres, para repartir la responsabilidad de educar. El cambio de actitudes en las chicas y chicos adolescentes que se quiere conseguir, depende del trabajo de los tres agentes. En la medida que se realice la coordinación entre estos agentes educativos, se alcanzarán mayores resultados positivos. Esta coordinación se ha practicado poco, pero es posible.
Una adecuada intervención en la familia y centro escolar, suele plantear la necesidad de exigir que los medios de comunicación sean también un instrumento educativo.
La sociedad contaría así, con tres poderosos agentes, encargados de ofrecer información, pautas de conducta, orientación… serían instrumentos sociales con amplia capacidad para educar a las personas en los primeros años de su vida, sobre todo si se diera una coordinada relación entre estos tres agentes educativos.
La Universidad también puede tener su aportación a este proceso de prevención de la violencia sexista: la investigación y conocimiento científico sobre la violencia sexista.
Prevenir es actuar sobre las causas y esto exige un estudio científico sobre la causa fundamental, las causas inmediatas, las consecuencias y la especificidad de la violencia sexista.
Exige continuar la investigación sobre el origen de la violencia humana, las formas de mantenerla que de hecho ha habido a través del desarrollo de la Historia, el sistema de valores que presupone, el freno que supone para la evolución progresiva de la comunidad humana, las diferentes formas de ejercer la violencia por parte de los hombres y de las mujeres y sobre todo, el seguir evolucionando en la formulación de alternativas globales al comportamiento generalizado de violencia.
La prevención de la violencia sexista es hoy, una utopía posible.
Autora: María José Urruzola Zabalza
Fuente: Ponencia presentada en el Foro sobre violencia contra las mujeres, celebrado por la Delegación de Igualdad del Ayuntamiento de Córdoba, entre el 9 y 11 de marzo de 2006.
Gracias, Mª José fue mi gran maestra, siempre la tendré en el recuerdo porque marcó mi trayectoria como docente y como persona. Ella fue una grande, muy grande y yo me considero discípula directa de ella, qué suerte tuve al conocerla. Marian Moreno llaneza.
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