sábado, 19 de marzo de 2011

EMANCIPACIÓN VERSUS FEMINISMO - ROBERTA TATAFIORE

Muchas feministas, sobre todo las radicales, estamos en contra de la institucionalización del feminismo, aunque también defendemos y exigimos que no supriman organismos institucionales que abogan, visibilizan y potencian los derechos de las mujeres. Hoy reproduzco un texto publicado allá por 1994, por la Revista Mujeres en Acción y más tarde reproducido por la revista Poder y Libertad. Me pareció interesante compartirlo con ustedes y así recordar a su autora, Roberta Tatafiore, socióloga, escritora y militante feminista italiana. Me parece que es un tema que sería bueno que pudiésemos debatir en algún momento.

Periodista, ensayista, cofundadora del Centro Cultural Virginia Wolf y ex directora de la revista Noi donne, Tatafiore escribió ensayos sobre pornografía, sobre los hombres, y sobre el mercado de la prostitución. Entre sus libros: Sesso al lavoro - Da prostitute a sex workers (1994);  De bello fallico - Cronaca di una brutta legge sulla violenza sessuale (1996 – Este libro se puede descargar de la página web de Stampa Alternativa); Uomini di piacere… e donne che li comprano (1998); y su libro póstumo, Roberta Tatafiore, La parola fine, diario di un suicidio, Milano, Rizzoli, 2010.

Tatafiore puso fin a su vida el 8 de abril de 2009. Tenía 66 años.

EMANCIPACIÓN VERSUS FEMINISMO
ROBERTA TATAFIORE

Carla Lonzi, una de las madres del feminismo en Italia, decía que las mujeres se habían apresurado demasiado en exponer públicamente todo lo que significaba la revolución feminista, decía que de esta manera entregaban a la sociedad patriarcal las armas para integrarlas. Creo que la conquista más importante de la expresión y de la política feminista en Italia, ha sido la abolición de la práctica del aborto clandestino. Con este logro, la libre elección de la maternidad por parte de las mujeres, así como el control sobre la propia sexualidad ha entrado en la esfera socio-política.

Si bien es cierto que las mujeres han cambiado mucho en este país a través de su acceso al trabajo y de una presencia más visible en la sociedad, considero que los logros del feminismo no pueden medirse en base a estos resultados, más bien parece que el feminismo ha puesto enmarca una gigantesca revolución pasiva.

A la fecha quedan muy pocas exponentes de aquel Movimiento Feminista radical de los años 70 que, independientemente del hecho de haberse transformado y adecuado, sigan interrogándose sobre sí misma. Actualmente, veo que por una parte se ha desarrollado un vasto feminismo cultural, que es importante y que significa que algunas mujeres tienen la fuerza y los instrumentos culturales para elaborar y analizar desde una perspectiva feminista lo que sucede en la sociedad, pero que constituye un trabajo aislado, que se puede emprender fuera del movimiento de las mujeres. También en Italia hay grupos que han concentrado su atención en un tema fundamental y de actualidad, es decir cómo vivir en el mundo a través de la mediación de otras mujeres, en otras palabras, cuáles prácticas políticas son apropiadas para enfrentar esa enorme revolución pasiva femenina.

Por otro lado, veo que prolifera un feminismo de Estado, que yo no aprecio, porque se trata de un feminismo institucional: comisiones de paridad de oportunidades, de igualdad, calcados en parte sobre el modelo anglosajón, más que sobre el modelo italiano. Si bien es cierto que este feminismo institucional trata aspectos importantes como la repartición de recursos, de fondos y de puestos, termina por considerar a la mujer como a alguien a quien hay que proteger, traduciéndose finalmente en un esfuerzo de tipo legislativo.

Paradójicamente, el obstáculo que hemos encontrado es el de haber puesto en marcha un enorme proceso de emancipación femenina, viendo cómo se perdía o cuán difícil era mantener vivo al feminismo dentro de esa emancipación. Yo soy bastante pesimista, considero que en poco años el feminismo desaparecerá en Italia, lo cual no significa que desaparezcan las mujeres o quienes se identifican con el feminismo. También puede que llegue a convertirse en una excusa, una especie de “pase par tout” que justifique las políticas integracionistas, es decir las políticas basadas en la anexión de mujeres a los ganglios del poder.

Por otro lado, el feminismo cultural puede llegar a asfixiarse. La teoría y la práctica feminista se atasca cuando no existen mujeres que operan la transformación de sí mismas. Finalmente, creo que el divorcio entre este impulso radical y la puesta en práctica de la política encuentran obstáculos como la creciente identificación del feminismo con el feminismo de Estado, pero también con la contagiosa práctica de la sospecha entre mujeres, entre las misma feministas, porque el feminismo en realidad requiere de un trabajo profundo sobre sí mismas. Sin embargo me vuelvo optimista cuando veo que donde quiera que vaya existen deseos muy radicales, sólo espero que en el futuro las mujeres se den cuenta de cuán absurda es esta carrera hacia la institucionalización.

Fuente original: Mujeres en Acción. Edición especial “Los 20 años de Isis”, Nº 2-3, Santiago de Chile, 1994. Reproducido en Poder y Libertad en su especial “25 años de feminismo, 1994.

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